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Historia de las burbujas más glamorosas

Me animo a decir que, de todos los vinos del mundo, el Champagne es el que más emociones y suspiros despierta. Evoca festejo, hedonismo y distinción. Nos invita a brindar y a pedir por lindos deseos. Veamos la increíble historia de las burbujas más famosas del mundo.

 


Un afortunado accidente

El desarrollo del Champagne, como tantas creaciones, se debió en gran medida a la combinación de experimentación, cambio cultural y suerte.

 

La región francesa que da nombre al vino, Champagne, elabora vinos desde hace siglos y los viñedos han sido productivos desde al menos la época galo romana.

Al estar cerca de Bourgogne, intentó rivalizar, pero sus vinos tranquilos de uva pinot noir eran austeros en sabor y color, muy lejos de la calidad de los vinos del prestigioso vecino.

 

Además, la posición geográfica septentrional de la región y los crudos inviernos, fueron un problema, sin embargo hoy, podemos ver que no fue tan así, y que es posible crear uno de los grandes vinos del mundo a partir de la dificultad y la adversidad.


Durante los inviernos fríos se interrumpía el proceso de fermentación, dejando levaduras y azúcares sin consumir en la botella. Cuando volvían los días más cálidos de la primavera, las levaduras despertaban de su letargo y continuaban con su tarea: la fermentación, lo que provocaba el dióxido de carbono, pero esta vez dentro de la botella.

 

El vidrio de las botellas de otros tiempos, no resistía la presión y explotaba. Sin embargo, esas burbujas accidentales terminarían por conquistar el paladar de la sociedad británica y de la realeza francesa a fines del siglo XVII y principios del XVIII.

 

La ajetreada vida de las burbujas

Este "vin mousseux" (vino espumoso) tan curioso como intrigante, era solo accesible para la alta aristocracia. Sin embargo, la mayoría de los productores de vino lo desaprobaban y buscaban la forma de eliminar esas molestas burbujas.

 

El éxito y la aprobación tomarían un tiempo, para que ese infortunio, se convirtiera en un producto de lujo elaborado deliberadamente.

Por un lado, sería el interés y el gusto inglés por las burbujas lo que impulsaría la técnica, dado que los vinos de Champagne habían ganado popularidad entre los londinenses ricos y poderosos a partir de mediados del 1700.

 


Además, fue necesario un Real Decreto del 25 de mayo de 1728, por el cual Luis XV autorizó la comercialización del vino en botellas, transportadas en cestas de hasta 100 unidades.


Así, el proceso de elaboración de espumosos se realizaba completamente en las bodegas en origen, se conservarían mejor las botellas y las ventas serían un suceso. No es casual que, en 1729, nació la primera casa de Champagne, Ruinart.

 

Un dato que es medianamente cierto, es la participación del cellier de la cava en la Abadía de Hautvilliers. Al monje benedictino Perignon, esas botellas que explotaban le causaban un gran dolor de cabeza, e hizo todo lo posible para eliminar las burbujas.

 

Dicen que, el mito del monje que inventó el Champagne fue promovido por su sucesor en el siglo XIX en la Abadía, Dom Groussard, probablemente, para aumentar el perfil de los viñedos de Hautvilliers en una época en la que los vinos espumosos estaban ganando atención mundial. Luego la propia industria, se encargó de difundir el mito de Dom Pérignon para crear una sensación de misticismo en torno al vino y sin duda que funcionó.


Sin embargo, esto no le quita el más mínimo mérito a Dom Pérignon, que contribuyó enormemente, no solo a perfeccionar el proceso de elaboración sino a uno de los grandes secretos del. vino: la identificación de la cualidad y carácter del suelo, las minuciosas reglas sobre poda, la fermentación de las parcelas por separado, y el blend de sus vinos, serían entre otros, fundamentales en el desarrollo posterior de la industria.


Monumento ubicado en la Casa Moet&Chandon, en Epernay.

“¡Venid pronto, que estoy bebiendo las estrellas!” habrían sido las palabras del monje al catar su propio vino espumoso.


Los inicios fueron dulces

Mientras que, en la región de Champagne, los vinos efervescentes todavía se consideraban defectuosos, los ingleses los alababan. Y fue la gran demanda de ellos, lo que contribuyó a definir mucho del perfil del Champagne.

 

La mayoría de los mejores Champagnes que se producen hoy en día no son dulces, sino que son “Brut” o “Extra-Brut”, lo que significa que el producto final contiene muy poca azúcar, solo para balancear la acidez natural del vino.

 

Pero en los primeros tiempos, el Champagne solía estar cargado de azúcar para adaptarse a los gustos de la época. Según muchos historiadores, los consumidores de Escandinavia y Rusia los preferían bien dulces y empalagosos, los alemanes, franceses y estadounidenses elogiaban los ligeramente dulces. Y los consumidores ingleses los elegían secos.

 

Este es solo un capítulo de la historia del Champagne, porque hay mucho más. Espero que estas primeras líneas te acerquen a esta maravillosa bebida que festeja su día cada último viernes de octubre, y lo alistes en tu cava, como una opción que nunca, pero nunca, te va a defraudar.

¡Vamos a rockear las burbujas de Champagne!

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