Achaval Ferrer, guardianes de un legado.
Cuando se escucha hablar del malbec y de Mendoza, Achaval Ferrer es un nombre que suena fuerte. Un referente absoluto de la viticultura de máxima calidad, una parada obligada si viajas a la capital del vino argentino, y una etiqueta que no pude faltar en tu cava o en la carta de deseos a Santa Claus.
Todo empieza en el viñedo
El vino argentino es protagonista de mercado mundial, pero esto no siempre fue así. Este reconocimiento es el resultado de un largo y costoso proceso, que comenzó con unas pocas bodegas que se animaron llevar la bandera del malbec a otras latitudes.
Achaval Ferrer es una de esos productores que han tirado del carro desde el minuto cero, trabajaron sin pausa, pero sin prisa, para llevar al tinto argentino a la elite de los vinos del mundo.
La bodega fue fundada en 1998, por un grupo de amigos argentinos e italianos, cuando decidieron arrancar un proyecto con un deseo muy claro: hacer vinos de calidad que expresen el lugar, fieles exponentes del territorio mendocinos que les da origen.
La tarea le fue encomendada a Roberto Cipresso, enólogo italiano reconocido por sus vinos en Montalcino - Toscana. El comenzó con la búsqueda de los terroirs, que hoy siguen siendo el tesoro más preciado de la bodega.
El vino empieza en el viñedo, es una de esas frases que siempre rescato de mis viejos apuntes de estudio. Y, sinceramente, no es una frase más, es una máxima de la viticultura más vigente que nunca que Achaval Ferrer, se la ha tomado al pie de la letra.
Gustavo Rearte, es el Director de enología y fincas desde el 2013, pero más que eso, es el guardián de un tesoro: las viñas centenarias de malbec plantadas en 1910, 1921 y 1950.
Plantas originales que no han sido reinjertadas, que se mantienen sabias y productivas gracias al cuidado extremo. Es desde estos antiguos viñedos, que nacen los grandes vinos de Achaval.
Una nueva era
Actualmente, Achaval Ferrer forma parte de Tenute del Mondo, un grupo dedicado a la construccion de un conglomerado de bodegas de vinos premium, que agrupa tres prestigiosas bodegas italianas, Ornellaia, Castelgiocondo y Luce della Vite y Señorío de Arinzano en Navarra - España.
Con estos nuevos aires, llegaron algunas novedades, y entre ellas, un vino blanco o mejor dicho, un exquisito blend de blancas.
Desde hace un tiempo, Argentina se graduó como productor de vinos blancos de calidad, en un escenario internacional donde esta catgoría es cada día mas preciada por los consumidores nuevos y tradicionales.
Quimera blanco, cumple con todas las credenciales en una familia de tintos famosos y exigentes. Responde a esta tendencia de los blancos gastronomónicos, que se lucen como aperitivo y con un plato principal.
Se trata de un blend de chardonnay en mayor prpporción, más porcentajes de semillon, viogner y sauvignon blanc para alcanzar la elegancia, la riqueza y la complejidad de aromas.
"Hace años que, en nuestra mente, queríamos proyectar todo nuestro conocimiento en tintos en el mundo de los blancos. Desde el 2020 empezamos a realizar nuestros primeros ensayos con las variedades típicas y entendimos en 2022 que estábamos acertados con el curso de la expresión de los terruños que habíamos elegido para nuestro primer blanco. Quimera blanco, traslado todo nuestro conocimiento en hacer blends desde el 2000 a este "blanc de blancs" de Chardonnay, Viognier, Semillon y Sauvignon blanc, con distintas técnicas de fermentación (acero inox y barriles frances nuevo, de 2do y 3er uso) para poder añadir toda la complejidad de la tierra donde se cultivaron estas variedades, hasta la botella luego de 12 meses de añejamiento", nos cuenta Gustavo Rearte.
Los tintos de la familia
El portfolio de Achaval ha crecido sin pausa pero sin prisa, aunque sus inicios y su foco esta en el malbec de Mendoza, y de fincas; con prudencia y coherencia han ido sumando otras líneas.
FINCAS, es el segmento ícono que representa el “legado” de Achaval Ferrer. Tres Single Vineyards de malbec, los vinos más prestigiosos y entre los más célebres de Argentina en el mundo. Ejemplares para coleccionar o para hacer un regalo al jefe y ganarse todos los puntos.
QUIMERA, es un blend tinto que comienza en la viña, haciendo única cada cosecha. Una Quimera representa la búsqueda de lo imposible, de lo inalcanzable. De eso se trata este blend de uvas y viñedos que, sin seguir ninguna regla o tradición, procura la mejor mezcla posible cada año.
Luego siguen una colección de vinos varietales: SINGULAR, pequeñas producciones que, como el syrah o el carmenere, no siempre superan las 1000 botellas.
Los malbec APPELATION, son dos serios testimonios de lo que la uva malbec es capaz de ofrecer, en dos viñedos en dos locaciones bien definidas y claras: Luján de Cuyo y Valle de Uco. Por un lado, la zona primera y clásica de Mendoza, un malbec mas jugoso, frutado, floral y sedoso en boca. Y por el otro, un mabec de montaña, más fresco, especiado, pero igual de elegante y profundo en boca.
Finalmente, si queres ingresar el mundo de AF, la línea MALBEC es la indicada para dar el puntapie inicial; vinos jóvenes que dan a conocer de manera honesta las características típicas de la variedad emblema.
Quimera Bistró
A unos pocos minutos de la bodega, se encuentra Quimera Bistro, una promesa enogastronómica exquisita. Cuando me contaron el menú, pensé que iba a ser uno de esos menúes de pasos como tantos pude disfrutar. Y la verdad que fue toda una sorpresa.
Quimera Bistró
La experiencia consta de dos tiempos bien definidos; en cada uno la mesa se llena de platitos, pequeñas raciones pero grandiosos sabores. Primero un surtido de entradas como pickles, conservas, escabeches, quesos, chips de papas, gyosas de cordero, y algo más que me olvide de la emoción. Luego, un principal con una variedad divertida de guarniciones. Y finalmente, el postre, un semifreddo de ricotta, con gel de hibiscus y crocante de chocolate blanco, que todavía se me hace agua en la boca.
La sencillez de los platitos, la combinación de técnicas y texturas, la franqueza y nitidez de los sabores, las pausas, el orden, los tiempos, y los vinos bien armonizados, son los pilares de esta propuesta tan deliciosa como original, bien reconocida por la Guía Michellín.
“La cocina para mí, es mi espacio de expresión. Es una posibilidad de mostrar técnicas, experiencias vividas y lo mejor que tiene para ofrecer la temporada a través de mi lente personal y del equipo que me acompaña. Conjugándolo con los vinos logramos hacer brillar ambos mundos y poner en valor el trabajo interdisciplinario que tanto enriquece el proyecto", remarca Constanza Cerezo Pawlak, la talentosa chef, responsable de la gastronomía del restó.
Constanza, es una joven de 27 años, emprendedora, entusiasta y soñadora, con una formación y un recorrido en Argentina y en otras latitudes, que a su corta edad, sorprende.
Tiene una especialidad y una debilidad por el diseño y los cultivos de huertas, un rasgo que se ve reflejado en el menú. En un mundo donde las proteínas vegetales están a la vanguardia, su trabajo en Quimera es de enorme valor.
Achaval Ferrer y Quimera, dos citas obligadas si planeas visitar Mendoza, no solo para disfrutar del malbec argentino y de su gastronomía, también para conocer el gran capital humano que hay detrás estos maravillosos vinos y sabores.
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